miércoles, 13 de julio de 2011

Incidente con unos guardias

Hoy, como cada día que puedo, después del curro me he ido a dar una vuelta con la moto. Y con esa fijación que tengo de encontrar caminos nuevos (por aquello de colaborar con OpenStreetMap), me he metido hoy por uno nuevo. Parecía que el camino me iba a llevar hacia donde quería, aunque dando más vuelta, nada que me preocupe. Pero, al llegar a un cruce, me encuentro a la izquierda a un par de perros vigilando una finca, como tantos otros, pero estos sueltos, si, ¡fuera de la finca! Y claro, como suele ser habitual en este tipo de canes, arrancan los dos a ladrarme y a mirarme con cara de pocos amigos. Como ya tengo experiencia en el tema (varias escapadas por los pelos de situaciones similares), tiro lo más rápidamente posible hacia el lado contrario del que están mis amigos. Muy fácil escapar con 50 CV entre las piernas y pista por delante. Eso no hay perro guardián que lo resista :-D

Pero mi gozo en un pozo, ya que unos 300/400 metros más allá, se acaba el camino :-( Me doy la vuelta, para descubrir a los dos seguratas mirándome desde lejos con la misma cara de antes. Así que lo intento por un sendero con muy mala pinta que hay al final del camino, pero tampoco hay suerte. Éste se acaba 100 metros más allá, y en el resto de direcciones están los perros y el Ebro. Así que, lo único que se me ocurre es apagar el motor, situado en un sitio desde el que pueda ver a los perros, y esperar el momento adecuado (a que pase el dueño de los animalitos, por ejemplo, y los sujete para que pueda pasar). Por suerte, los perros se despistan a los 5/10 minutos y empiezan a andar en dirección contraria a mí. Menos mal, porque uno de ellos incluso se había pasado esos 5/10 minutos sentado justo en medio del camino por el que tengo que pasar, y si, mirándome todo el rato (pero ¿qué le habré hecho yo?). Al verlos desaparecer, poco a poco, y parando el motor cada vez que paro a vigilar, me acerco al cruce donde me los encontré por primera vez. Vuelvo a parar el motor y espero, mientras intento hacerme una idea mental de la vía de escape. Sin dudarlo más, arranco, subo una pequeña loma, y ahí están los 2 perros, volviéndose y recuperando sus miradas asesinas, y echando a correr hacia mí. Por suerte, hay 2 caminos en línea recta (para coger el camino por el que vine la primera vez, tengo que hacer un giro de 120º o así, así que no parece una vía de escape rápida), así que sin dudarlo, aprieto el puño y tiro, evidentemente, por el que está libre de cane non grata. Ya todo parece salvado, pero uno de ellos es más listo, y en vez de seguir el camino hasta el cruce y luego volver hacia el otro camino como su compañero, con menos luces se ve, cruza el tío campo a través, midiendo las distancias perfectamente, para pillarme en el otro camino...

Por suerte, esta vez la situación la controlo yo, así que con pista por delante de sobra, y sin perder de vista a mi nuevo amigo, acelero todo lo que puedo. Con los ojos puestos en el retrovisor compruebo que, durante unos 50 metros más, ¡me siguen los muy jodidos! No sé qué guardarán en esa finca (un chabolo con unos pocos m2 de tierra), pero sea lo que sea que tienen, está bien guardado.